• Así nació el Consejo Internacional de las 13 Abuelas Indígenas

Foto Marisol Villanueva.



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Extractos del libro “La voz de las 13 abuelas”, Carol Schaefer. Editorial Luciérnaga, 2088.
Según nos cuenta, Jeneane Prevatt (apodada Jyoti), inspirada por la espiritualidad indígena, comenzó a rezar para encontrar la manera de "preservar y aplicar las enseñanzas de los pueblos originales". En respuesta a sus plegarias, tuvo una serie de visiones. En una de ellas, vio un círculo de abuelas procedentes de diferentes partes del mundo. Jyoti sintió que se le estaba indicando que debía dar voz a aquellas mujeres. (...) Así fue como mandó cartas a dieciséis ancianas en las que les pedía que crearan un consejo. Algunas de aquellas ancianas declinaron su presencia, pero le dieron el nombre de otras que podían sustituirlas.
Jyoti no tenía ni idea de cuántas abuelas tenía que haber en el consejo y nadie sabía que había un número específico en la profecía hasta que se juntaron por primera vez. Una profecía se revela normalmente de forma tradicional y se ve confirmada a medida que va pasando el tiempo a través de diferentes personas y diferentes momentos. Cada vez que hay una revelación se profundiza en el significado de la profecía. Ese fue el caso de las abuelas, pues las visiones y las profecías continuaron, revelando que estaban destinadas a trabajar juntas.
Las Abuelas se reunieron y crearon el Consejo Internacional de las 13 Abuelas Indígenas en 2004, dando así cumplimiento a una profecía muy antigua conocida por varias tribus indígenas del mundo y que dice: "cuando las Abuelas de los cuatro puntos cardinales hablen, comenzará una nueva era".
Todas las Abuelas sabían que iban a participar en un consejo porque se lo habían dicho de diferentes maneras. A algunas de ellas se lo habían dicho sus propias Abuelas cuando eran ellas eran pequeñas. Todas ellas creían que habían sido convocadas en un momento en el que no existía el tiempo tal y como lo conocemos hoy en día, para reunirse en el momento del gran cambio y convertirse en una fuerza de paz para el mundo. Según la profecía, su misión sería compartir y enseñar sus secretos más sagrados con la misma gente que había oprimido a sus tribus, ya que la supervivencia de la humanidad, e incluso del planeta, estaría en juego.
Las Abuelas se enteraron de que trece era el número de miembros que tenía que tener el consejo durante la presentación de la Abuela Rita Pitka Blumenstein, del Círculo Polar Ártico, el primer día de la reunión. Mientras las lágrimas le resbalaban por las mejillas, enseñó a los presentes trece piedras y trece plumas de águila que había llevado hasta allí para cada una de las Abuelas. Era un regalo que llevaba a mucho tiempo guardado, esperando aquel día. Aquellos objetos se los había entregado su propia bisabuela cuando ella tenía nueve años, diciéndole que algún día ella formaría parte de un Consejo de Abuelas, y que esas plumas y esas piedras eran un regalo para cada una de ellas.
El trece es un número sagrado en todas las tradiciones de las trece Abuelas. Antes, el año estaba dividido en trece meses porque había trece lunas llenas y el ciclo femenino está vinculado con los ciclos de la luna. En aquellos tiempos, las mujeres eran seres a los que se respetaba inmensamente porque sus cuerpos estaban sincronizados con el cielo y eran capaces de dar vida, exactamente igual que la Madre Tierra.
Las trece Abuelas crearon su consejo para compartir sus oraciones, sus rituales y sus ceremonias para sanar el planeta y forjar una alianza que se exprese a través de una sola voz. Para trasmitirnos las diferentes maneras de hacer real la sostenibilidad, la soberanía y una alianza unificada entre todos los pueblos de la Tierra por el bien de la vida y de la paz.

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